Histórico
17 enero 2010Jesús Camacho

Papin, ‘anéantir la zone’ (1991)

papinEn las pasadas navidades de 2008 nos llegaba una noticia procedente del sudoeste de Francia, de un humilde pueblecito de la bella Aquitania francesa llamado Biganos que nos generaba potentes sensaciones. Sorpresa y nostalgia nos inundaban a partes iguales cuando conocíamos que un exfutbolista de 45 años volvía a vestirse de corto diez años después de su retirada para jugar en la Décima División. Un ilustre futbolista que honró a la humilde localidad francesa con la posibilidad de contemplar los últimos días como jugador de todo un Balón de Oro, su nombre Jean Pierre Papin.

Delantero de adjetivos pequeños para describir su estatura pero de grandes adjetivos para describir su capacidad para hacer gol. Adjetivos tales como destructor, devastador o aniquilador, disfraces lingüísticos a la medida para un delantero veloz, de gran remate y definición, un tipo frío en los metros finales que solía disparar antes de preguntar y que se ganó a pulso su fama de ‘anéantir la zone’ (aniquilador de área). Un diamante, una joya anónima fabricada en los laboratorios futbolísticos del INF Vichy, donde se curtió la piel del goleador y cerca de donde una famosa marca de la localidad trabaja en la belleza y salud del citado órgano vital.

Un paso previo que le llevó al Valenciennes, y le condujo a su siguiente destino, Brujas, donde firmó 20 anónimos goles, en la Venecia del Norte, en Bélgica, en el histórico club de esta bella ciudad. La ciudad en la que un genio llamado Michel Platini descubrió al goleador e instó al seleccionador francés Henri Michel a que fuera convocado para el Mundial 86 porque le recordaba tremendamente a Boniek. Y de esta forma a este emigrante goleador se le abrieron las puertas de su país hacia un Mundial, en el que posiblemente no brilló pero en el que un salvador gol en los minutos finales ante Canadá le sacó del anonimato para siempre. Un gol que le dio la victoria a Francia y le colocó en la historia al ser el nº 1.200 de la historia de los mundiales.

Así se produjo su salto a la primera escena, su irrupción con fuerza en el mercado francés y su contratación por el Marsella, club en el que vivió los mejores momentos de su carrera. Donde Papin dejó de anotar goles anónimos para firmar con nombre y remates con derechos de autor, desde todas las posiciones, con la cabeza, con la izquierda, la derecha, creando su propio estilo, su propio remate. Como aquella estética y eficiente volea lateral baja que tanto hizo sufrir a los guardametas y disfrutar a los aficionados, a la que la hinchada del Velodrome bautizó como la “Papinade”.

Una acción que disfrutaron durante seis temporadas en el Velodrome, seis campañas en las que ganó cinco Ligas, se erigió en cinco oportunidades como máximo goleador de la Ligue 1 de manera consecutiva y anotó 157 goles en 254 partidos. Sin ningún genero de duda la mejor etapa de su carrera, coronada con la concesión del Balón de oro en 1991. Por ello estando en el techo de la fama y tras morir a la orilla de Europa con la camiseta del conjunto marsellés, no pudo resistir la tentación de buscar fortuna en aquel gran Milan de los 90. Club en el que quizás Jean Pierre pasó de llegar como estrella a ser uno más y en el que jamás alcanzó el nivel ofrecido en su querido Velodrome. Un conjunto en el que volvió a perder una final europea en el 93, paradójicamente ante su exequipo y en el que pese sacarse la espina europea saliendo campeón de Europa en el 94 y campeón de Italia en dos ocasiones, no pudo ofrecer su mejor nivel. El nivel que le había llevado a ser ‘anéantir la zone’ pero que dejó atrás en el instante preciso en el que perdió el oxígeno que sustenta el funcionamiento vital de un goleador: el gol.

En su siguiente golpe de timón en busca del gol perdido puso rumbo hacia un Bayern Munich entrenado por Beckenbauer, su tercer grande de Europa consecutivo y la confirmación de que el crack galo había dejado los mejores días de su carrera deportiva en el césped del Velodrome. Un nuevo disparo al aire en el que volvió a tocar metal europeo en forma de UEFA, pero un paso en falso más que precedió a su último y desesperado intento por recobrar su nivel en su retorno a su país. En las filas del Girondins donde este centelleante goleador recobró su pegada y demostró que no había olvidado hacer goles, dejando detalles del gran goleador que fue.

Una grandeza que culminó en las filas del Avant Guingamp, el que siempre creyó iba a ser su último equipo, diez años antes de afrontar esta bonita etapa en los campos regionales de Aquitania. La grandeza de un futbolista de leyenda del fútbol francés que pese a ser campeón olímpico con Francia en el 84 y semifinalista mundial en el 86, perteneció a una de las ‘generaciones perdidas’ del fútbol galo junto a Cantona y Ginola,-sufrieron grandes decepciones pese a la tremenda calidad de aquella generación- .

Ese fue Jean Pierre Papin, aquel que hizo su modo de vida de la velocidad y del inagotable repertorio de recursos rematadores que poseía. Cualidades que le convierten y le convirtieron en uno de los mejores delanteros de la historia del fútbol francés y el tercero tras Kopa y Platini en conseguir el Balón de oro.

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