Histórico
8 septiembre 2009Jose David López

Spalletti, Ranieri y el motín romano

ranieri

Durante estos días veraniegos y los que aún quedan, Roma es un auténtico horno. Los turistas aprovechan las numerosas fuentes potables que pueblan el corazón romano, visitan el paraíso bucólico del verde parque Villa Borghese y, sobre todo, beben su refresco ‘made in Italy’. Como buen país mediterráneo y manteniendo la línea española, no podrían hacer más llevaderos sus sudorosos y agobiantes días de calor sin la Grattachecca (hielo picado con sirope y fruta fresca). Este legendario anestesiante del calor con cientos de años de historia (se dice que lo inventó el cónsul y dictador romano Quintus Fabius Maximus para sus tropas), se vende fácilmente por cualquier rincón de la ciudad. Curiosamente, tiene uno de los enclaves más conocidos en el Estadio Olímpico, donde este verano las Grattacheccas no han logrado el efecto deseado pues nada ha podido frenar el calor y el irremediable caos de la Roma, una entidad que intenta ‘refrescar’ su actualidad.

El decepcionante bagaje de la pasada temporada, en la que la irregularidad fue la nota predominante y el equipo quedó tan lejos de la lucha por el Scudetto que incluso perdió su puesto de Champions League, iba a ser desde el inicio una losa demasiado pesada de soportar. La crisis económica del club, que incluso ha estado al borde de la venta en más de una ocasión durante los últimos tiempos, sufrió un nuevo golpe con ese revés ya que, más allá de la capacidad regenerativa del club en sus finanzas, los euros de la Champions siempre son el bálsamo sobre el que seguir creciendo.

Con una ausencia casi total de refuerzos (sólo llegaron Burdisso y Guberti a pesar de realizar más de 20 movimientos de mercado con sus jóvenes), muchas incógnitas que desvelar en una plantilla aún dependiente del cada vez más veterano Totti, la polémica venta de un icono de su cantera como Aquilani y los primeros ‘paseos’ en los partidos de Europa League, arrancó la Serie A. Y, como se esperaba, las dudas no tardaron en surgir en el ya caduco proyecto de Spalletti, que durante todo el verano había sonado para dejar el banquillo Gialorossi. Dos derrotas consecutivas en las dos primeras jornadas ante Génova e Inter donde encajó siete goles y su imagen fue la de un equipo sin más capacidad que su entrega y experiencia, han lastrado un proyecto de casi cinco temporadas que rozó las mieles en Europa (llegando a cuartos de final con brillantez en 2007-2008) y que, por momentos, volvió a situar a los capitalinos como candidatos al Scudetto.

Cuando la Vecchia venció hace diez días en Roma, la presidenta Rosella Sensi prácticamente acordó la marcha de Spalletti al negociar con Claudio Ranieri. Esa cita saltó a la prensa y como técnico de enorme caché y personalidad, Spalletti no dejó que lo cesaran sino que se fue con una dimisión que, como no podía ser de otra manera, fue aceptada inmediatamente por la cúpula de los Sensi (dueña del club desde 1926). La fractura entre ambas partes generó declaraciones altisonantes en todas direcciones y una revuelta firmada por los tifosi, que decidieron manifestarse violentamente (la policía tuvo que actuar para evitar agresiones a Rosella) ante la sede del club para mostrar su malestar con las directrices que estaba siguiendo su presidenta. La situación es complicada, pues el club ha pasado de practicar el juego más ofensivo del Calcio (hace un par de campañas con llegadores como Mancini, Taddei, Aquilani y Totti como referencia ofensiva) a ser colista de la Serie A y tener la confianza por los suelos.

En esa índole obrará desde ya Claudio Ranieri, que regresa al club donde se crió profesionalmente nada menos que 35 años más tarde. De aquél defensor sin mucho éxito que pronto emigró para buscarse un reconocimiento que sólo encontró desde los banquillos, queda realmente muy poco. Sus canas le delatan y su último cese en la Juventus le hace mucho más peligroso, pues esa guerra con la que siempre se identifica cuando habla de fútbol, se ha convertido en un reto personal. Asegura que impondrá pragmatismo y un estilo más combativo para reaccionar de inmediato con puntos. Guió la renovación de la Vecchia tras su periplo por Serie A y ahora levantará del letargo a una Roma que, como él mismo recordó, “hace sólo un año y medio quedó a media hora de ganar el Scudetto”.

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