Histórico
2 julio 2009José Mendoza

La oportunidad perdida de Laporta

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En seis temporadas, tres Ligas, dos Champions y una Copa del Rey.  Todo ello aderezado con un modelo de gestión impecable basado en una filosofía ejemplar. Distinciones que deberían servir al máximo mandatario de cualquier club del mundo para ser aclamado allá donde va. Pero hay una excepción. Se da en el Barcelona y con su presidente Joan Laporta. La imagen del gestor culé nunca ha brillado de la misma manera que los resultados del equipo.

Pese a ser el presidente que más éxitos ha dado al club, ha ido autodestruyendo su imagen poco a poco, cavando su propia tumba. Joan Laporta ha protagonizado multitud de salidas de tono, otros tantos escándalos extradeportivos con asuntos políticos de por medio, dimisiones de sus directivos y una moción de censura. Hablamos de un fenómeno extraño, pero que no deja de tener su parte de lógica.

El secreto de Laporta es que ha sabido rodearse de la gente más capacitada. Sus acompañantes han sido los más adecuados. Desde Txiki Beguiristán a Sandro Rossell, pasando por Johan Cruyff o Ferrán Soriano, sin olvidarnos de los técnicos Rijkaard y Guardiola. Nombres que se han ganado un prestigio entre la afición del que carece el presidente.

Laporta no ha respondido a la grandeza con la que ha sabido impregnar al club. El presidente ha sabido esconderse en los momentos buenos, cosa que le honra, pero no se ha comportado cuando ha estado en primer línea. Éstas últimas semanas sirven de ejemplo. Cuando la institución, por sus éxitos deportivos, parece estar logrando deshacerse de ese clásico victimismo culé que le ha engarrotado toda su historia, así como de ese sentimiento de inferioridad, sobre todo respecto al Real Madrid, Joan Laporta ha perdido una gran oportunidad de dar un paso adelante.

El presidente lo estropeó todo desde que se dedicó a centrar su discurso en criticar al Real Madrid de Florentino, mostrando una versión defensiva de un rey que ve peligrar su trono. Llegó a comparar su modelo de gestión con el del eterno rival: “Uno es un modelo basado en el esfuerzo, el talento y la previsión, basado en todo lo que es propio de un proyecto empresarial, el otro es un modelo imperialista y además tiene ciertos aires de prepotencia que, además, tiene sus orígenes en el chollo”.

No fueron las únicas declaraciones explosivas, pues hubo varios días en los que Laporta arremetió contra el club merengue. Más allá de que le falte o le sobre razón, el presidente del Barcelona perdió una gran oportunidad de dar ejemplo y de dejar atrás su imagen ya dañada en los últimos años.

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