Histórico
9 junio 2009José Mendoza

Rijkaard se exilia

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Difícil carrera la de un entrenador. En el banquillo, la memoria no existe. Lo único que vale es el presente, muy pocas veces el pasado. Un fracaso tiene más peso que un éxito. Cuando las cosas van bien, pocos se acuerdan de su figura. Cuando van mal, es el centro de todas las críticas. Está en boca de todos. Cada aficionado tiene un entrenador en su cabeza, por lo que está sujeto a la valoración personal de miles de fans, que pocas veces se ponen de acuerdo.

Sólo así se puede explicar la situación de Frank Rijkaard, pues extraño, muy extraño, resultará verle la próxima temporada en Turquía. Allí, el holandés dirigirá al Galatasaray. Ante la falta de ofertas, el ex entrenador del Barcelona ha tenido que exiliarse a Estambul para enderezar el rumbo del club más laureado del país. Y es que los del Ali Samí Yen acabaron quintos la última Liga, a diez puntos del campeón Besiktas, y tendrán que jugar la segunda fase previa de la Europa League.

El club de Estambul cuenta con una plantilla de garantías para aspirar a mucho más. Dispone del grueso de una de las semifinalistas de la pasada Eurocopa. Jugadores como Arda Turan, Hasan Sas, Sabri Sarioglu, Emre Gungor, Emre Asik, Hakan Balta o Mehmet Topal se compenetran con los extranjeros Morgan De Sanctis, Milan Baros o Harry Kewell. De momento, en la portería, Leo Franco ocupará la vacante del italiano, que estaba cedido. Mientras que en la prensa ya se rumorea la llegada de Gudjohnssen.

A Rijkaard, tras un año sabático, le han podido las ganas de entrenar pese a no disponer de una oferta acorde con su currículum. Sonaban Celtic, Sunderland o Ajax. La lógica le situaba este verano en el Milan, donde la marcha de Carlo Ancelotti dejaba un enorme hueco. Pero Berlusconi y Galliani decidieron darle la oportunidad al novato Leonardo, otro ex jugador del conjunto rossonero.

Su libro de ruta no ha sido tenido en cuenta. En esa relación de títulos brilla con luz propia la Champions lograda en París con el Barcelona ante el Arsenal, así como dos Ligas. Pero más allá de eso debería destacarse la reconstrucción de un equipo partiendo desde cero, pues el holandés recibió un club perdido y, tres años después, lo hizo campeón de Europa manteniendo siempre una filosofía de juego vistoso y brillante. Una versión más depurada que la de Cruyff, algo menos perfecta que la de Guardiola.

En cualquier caso, a Rijkaard le ha pesado su incapacidad para controlar el vestuario. Su política de autogestión acabó viciada y no supo deshacerse a tiempo de los mismos jugadores que le consagraron. Cinco años que dieron para mucho. Una vez más se repite la historia para un entrenador. El fracaso tiene más peso que el éxito.

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