Histórico
1 junio 2009Francisco Ortí

El castigo más cruel

betisaficionados

Llorando, tapándose los ojos, gritando, lanzando contenedores o sentándose en la acera enfrente del estadio. Unas acciones son más lícitas que otras, pero todas están provocadas por el mismo motivo: el descenso del Real Betis. Cada aficionado verdiblanco liberó como pudo los demonios nacidos tras el empate ante el Valladolid que hundía al Betis al infierno de la Segunda División ocho años después. Ahora se llama Liga Adelante, pero continúa sin hacer ninguna gracia jugar en ella.

El Betis es la imagen de un niño que se hace el remolón durante todo el año y estudia a última hora para aprobar el examen final con un cinco raspado. Es una jugada arriesgada, que más de una vez puede salir bien, pero cuando se práctica reiteradamente lo más probable es que un día no se alcance el cinco y toque repetir curso. Después de varias temporadas pasando la palma de la mano por encima de las llamas del descenso, el Betis acabó quemándose. No sólo la mano, si no todo el cuerpo, y arderá durante todo el próximo año en la Liga Adelante, y tal y como funciona el club por dentro no sorprendería que fuera durante más de un año.

Y es que el principal problema del Betis se encuentra en sus entrañas. Los jugadores, con calidad para aspirar a entrar en la Europe League, no han dado la cara, es cierto, pero a un grupo hay que valorarlo en función de su líder, y, es evidente, Manuel Ruiz de Lopera invita a todo menos a trabajar con seriedad. El dueño hace y deshace a su antojo en un club que es de su propiedad, pero que debería comprender que comparte con miles de aficionados que disfrutan y sufren con unos colores.

Lopera ha coqueteado durante toda la temporada con la posible venta del club. Amagando con su marcha y luego no dejando clara su continuidad. Sus decisiones, rápidas e instintivas, apartaron a Chaparro, talismán durante los últimos años, y cedió la responsabilidad a Nogués faltando pocas jornadas para el final de campaña. El cambio terminó de hundir a los béticos y tras un sprint final de tortuga perdieron la categoría en la última jornada.

Valladolid, Betis, Getafe, Osasuna y Sporting de Gijón llegaron a la última jornada dependiendo de sí mismos para evitar el descenso en lo que la adornada prosa de Jorge Valdano calificó como “milagro clasificatorio”. En el Ruiz de Lopera era el único estadio en el que los dos contendientes de jugaban alto, y quedó patente especialmente en los jugadores verdiblancos, a los que los nerviosos les atenazaron. Los marcadores en los otros campos se perfilaban en contra del Betis, que estaba empatando ante el Valladolid, y necesitaba un gol para agarrarse a Primera, o que cambiará el resultado en alguno de los otros campos.

El Getafe empató en Santander, el Sporting ganó ante el Recre, y Osasuna se impuso al Real Madrid. Mientras, el partido continuaba en el Ruiz de Lopera, aunque en la grada las lágrimas habían aparecido hace muchos vistos, asumiendo el destino inevitable del descenso. Tenían razón. El Betis no pudo pasar del empate ante el Valladolid y se consumó su descenso. Para jugadores como Ricardo Oliveira, Sergio García o Juanma es su segundo descenso consecutivo. El conjunto verdiblanco pierde la categoría ocho años después por un sólo gol, y se marcha junto a Recreativo de Huelva y Numancia. Por su poblada afición, esperemos que vuelva pronto.

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