Histórico
7 mayo 2009Jose David López

La absorbente renovación del Hamburgo

hamburgo

Vivir en tiempos de crisis financiera no es fácil para nadie excepto para aquellos adinerados que no notan ni un instante la delicada situación que puede atravesar el pueblo llano. En el fútbol, la dinámica no cambia demasiado ya que mientras unos siguen rectos en su caminar saludable de ingresos accesibles, otros necesitan un empujón para soportar presiones y se ven obligados a dar un paso atrás en su proyección de futuro. Palpable es la facilidad de los equipos ingleses que, a su espectacular rentabilidad financiera, suman una siempre atractiva suma perteneciente a los derechos televisivos que, en relación al resto de Europa, le dan un poder ‘extra’ para ser hoy en día los dominadores deportivos del continente.

España e Italia tienen menores ingresos debido a los múltiples problemas (y a la falta de organización) que generan cotidianamente la venta de los derechos de retransmisión pero, pero aún es la situación en la Bundesliga. Los equipos germanos han experimentado una reducción alarmante de sus ingresos lo que, en la jerga futbolística les ha servido para descender varios escalones en la pirámide del fútbol continental. Cantidades mucho más simbólicas, traspasos sin ‘campanillas’ y muchas exportaciones que obligan a sacar la inteligencia, la coherencia y la máxima lógica posible para aprovechar cada euro como el que más. El mejor ejemplo de esta obligada renovación que vive el campeonato alemán en los últimos años es el Hamburgo, capaz de reestructurar su proyecto al 100% en apenas un año y afrontar este final de campaña como el único equipo (junto al Barcelona) capaz de lograr el ‘triplete’.

Y es que a pesar de que en el Nordbank Arena (una referencia más a la necesidad de sacar ingresos adicionales) siempre se recordará a aquél Hamburgo campeón de Europa en 1983 con Magath, Hrubesch, Kaltz o el gran Keegan, la realidad de las dos últimas décadas es que el tamaño de su sombra le empequeñeció año tras año. La ausencia de títulos, la falta de recursos, una más que dubitativa apuesta deportiva en el banquillo y continuos proyectos sin rumbo determinado, le hicieron deambular por los confines que ahora parece haber abandonado con grandes perspectivas de futuro. Y es que su renovación ha sido profunda, lenta pero estudiada y, como todas en un fútbol pasional pero sin muchos recursos, arriesgada.

La pieza angular de los últimos proyectos fue Rafael Van Der Vaart, que logró impulsar al Hamburgo a la zona europea e incluso devolverlo a los pasillos de una Champions que apenas conocía su presencia. Sólo se acercó, tan sólo se aproximó, pero el paso definitivo iba a llegar precisamente con el adiós de su estrella. En un verano lleno de altibajos y con la dudosa reputación de Martin Jol al frente (un técnico capaz de lo mejor pero también de lo peor que llegaba desahuciado del Tottenham), el destino quiso robarles a su mejor hombre, al jugador que había sido capaz de mantener la ilusión y al símbolo de un equipo que quedaba con un mínimo margen de maniobra para reaccionar ante lo inevitable. VDV se despedía rumbo al Santiago Bernabéu con la campaña ya iniciada y el Hamburgo tenía que empezar un curso desde cero, con los planes preestablecidos eliminados de raíz y con la necesidad de no venirse abajo para ante la larguísima temporada que se les venía encima.

Era el momento de reaccionar o morir y los Dinosaurios decidieron dar un paso al frente y trastocar el trabajo realizado durante toda esa pretemporada. Dispuestos a romper con la dinámica de años anteriores, apostaron por vender en apenas unos días a sus piezas básicas hasta entonces en una apuesta tan arriesgada como ambiciosa. Una ‘limpia’ en toda regla. 15 millones de VDV, 8.5 de Kompany (vendido al Manchester City), la rescisión de un Sorín casi ex deportista y varias cesiones que liquidaron la excesiva nómina de ‘desechables’ que aguantaba el club en los últimos años, regeneraron las perspectivas.

Con esa base económica se entró en el mercado y, con el tiempo justo para ajustar el equipo, se logró la llegada de Petric (intercambiado por Zidan), el central de futuro Alex Silva, el incisivo burkinabé Pitroipa, el jovencísimo Aogo o un Jansen que venía de decepcionar en el Bayern pero que está desarrollando, como todos, una estupenda campaña. Ante las buenas sensaciones que el equipo dejó en la primera vuelta, el mercado invernal supuso un paso más en esa reorganización y se vendió a Nigel de Jong por 17 millones. Apenas 2.3 necesitaron los hanseáticos para reforzarse aún más con el mediocentro Tavares y el central Graavgard (que vienen jugando en los últimos partidos a buen nivel). Un riesgo máximo, delicado de afrontar que ahora, echando la vista atrás, supone una reflexión optimista y tremendamente atractiva de lo acontecido. Una estrategia deportiva basada en una economía saneada que ha logrado un superávit de 22 millones de euros sólo en cuestiones de mercado y que se traduce en la mejor temporada del club en las últimas décadas. No hay estrellas pero sí mucho compromiso y una inyección a nímica para hombres clave como Trochowski, Oli, Guerrero o el incombustible Rost, que están alcanzando su mejor nivel.

El Hamburgo, que nunca se ha bajado de la lucha por la título nacional y que llegó a ser líder, lucha por tres tronos, el de la UEFA, el de la Copa Alemana y el de la citada Bundesliga donde esta última jornada (empatando ante el Hertha, se complicó en demasía). Esta noche, sobre el extinto Volksparkstadion y en el tercer acto ante el Werder Bremen (en un derbi hanseático que se ha repetido en Copa y que además de en UEFA tras el 0-1 de la Ida se clonará de nuevo la próxima jornada de la Bundesliga), uno de esos interrogantes puede encontrar el justo premio de una final europea. La recompensa al riesgo, a la buena administración y a la optimización máxima de los recursos financieros en una época de crisis que pasa desapercibida y con felicidad por Hamburgo.

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