Histórico
10 abril 2009Ariel Judas

Mal de altitud, mar de fondo

maradona

El corazón apuñalado de Diego Maradona. El silencio monacal de Carlos Bilardo. La puntería verbal de Humbertito Grondona, un francotirador que con balas trazantes ha marcado la ubicación de la trinchera que se ha excavado en el seno del cuerpo técnico de la federación argentina. La brillante victoria de Bolivia sobre la Albiceleste del pasado miércoles -una de las más humillantes en la historia del equipo bicampeón del mundo- ha tenido los efectos de un terremoto que ha sacado a la luz las primeras grietas en la recién estrenada gestión de el Barrilete Cósmico como entrenador del equipo nacional de su país.

La derrota por 6-1 frente a Bolivia quedará grabada en la memoria colectiva de la afición argentina, igual que el 0-5 ante Colombia, en el Monumental. Heridas abiertas en el alma del hincha, que -con el paso del tiempo- olvida, pero no perdona. Momentos amargos que el fanático del fútbol tiene siempre a mano para hechar en cara de quien sea considerado como responsable de esas situaciones vergonzantes. Todas las sensaciones positivas que la Argentina de Diego Maradona había generado en los partidos amistosos ante Escocia y Francia, e incluso en el debut oficial por las eliminatorias ante Venezuela, quedaron borradas por el vendaval verde que pasó el miércoles por el Hernando Siles.

Así como como creo que la goleada conseguida en Buenos Aires frente a la Vinotinto no fue una medida cabal del estado del equipo entrenado por el Diez -los dirigidos por César Farías solo fueron rival para Messi, Tévez & compañía hasta el minuto 20 de juego-, también pienso que la abultada victoria de Bolivia ante una fantasmagórica Albiceleste no sirve para juzgar el estado real de un equipo al que, al menos hasta el mediodía del miércoles, la mayoría de los especialistas y de la afición consideraban como uno de los máximos candidatos a luchar por la Copa del Mundo en Sudáfrica.

La selección argentina jamás hizo pie en La Paz en el partido correspondiente a la duodécima fecha de las Eliminatorias Sudamericanas. La merma física que los 3.600 metros de altitud por sobre el nivel del mar ejercen sobre los futbolistas que no están aclimatados a ese condicionante se hizo presente y previsiblemente afectó a los internacionales del equipo comandado por Maradona. Pero eso era algo que todos -aficionados, jugadores, dirigentes y cuerpo técnico- sabían de antemano que ocurriría muy probablemente. Poco se puede hacer desde la preparación física para paliar con pocos días de trabajo el efecto que generan escenarios como los ubicados en el Altiplano boliviano, o en ciudades como Quito, Bogotá o Cuzco en los deportistas habituados a jugar en el llano. El factor altitud, como honestamente admitió Diego Maradona, no puede ser esgrimido para explicar las performances de locales y visitantes.

Empleando la ilógica lógica futbolera, podríamos cuantificar de alguna manera la ventaja  que un escenario como el Hernando Siles puede otorgar a la selección boliviana. ¿Cuántos goles de diferencia podría sacar en un día inspirado la selección de Platini Sánchez solo por el hecho de jugar como local en el techo de América? ¿Dos, tres tantos sería una medida aceptable? Creo que no es una cifra exagerada. Pero una cosa es caer en un escenario tradicionalmente complicado para cualquiera (el puntero de la zona CONMEBOL, Paraguay, también fue goleado en La Paz en este mismo certamen, y para Brasil la selección verde también suele ser un hueso cuando juega como local) y otra es ser borrado del terreno de juego, por méritos del rival, y por inacción propia.

Algo no está bien en el seno de la selección argentina. A pocos meses de haber iniciado -en teoría- una gestión en conjunto de la Albiceleste, la relación entre Diego Maradona -entrenador- y Carlos Bilardo -director deportivo de la Federación- se mantiene viva a niveles apenas testimoniales, y muchos no descartan la renuncia del ex seleccionador si “el Pelusa” no cambia su actitud con respecto grado de permeabilidad que tendrá de aquí en más con respecto a las sugerencias que pueda aportar “el Doctor”.

El mandamás de la A.F.A., Julio Grondona, ha respaldado de manera pública y privada a el Diez tras la goleada del pasado miércoles. Pero, según parece, no toda la familia Grondona piensa igual: Humbertito (coordinador de las selecciones juveniles y uno de los ideólogos de la gestión colegiada entre Maradona y Bilardo, disparó con munición gruesa  en contra del cuerpo técnico del equipo nacional absoluto.

Cuando apenas habían transcurrido 24 horas desde el bochorno de La Paz, Humbertito Grondona abrió el fuego: “El entrenador de la Selección me parece que es demasiado inteligente. Va a saber resolver bien esta situación. Yo sólo digo que sería importante que escuche a la gente con mucha experiencia, que no consulte a cualquiera. Es simple: si yo tuviera al lado a un entrenador campeón del mundo como Menotti o Bilardo, sería muy tonto si no lo escuchara. Esto tiene que servir de experiencia. Hay que trabajar y no subestimar a los rivales “.

Los dichos de Grondona Jr. no hacen más que dar más vida a las versiones que dentro del cuerpo técnico de las selecciones argentinas existen dos bandos: uno conformado por Maradona y su actual ayudante de campo, Alejandro Mancuso, y el otro integrado por Bilardo y Humbertito.

Desde el bilardismo se apunta a el Pulpo Mancuso como el máximo responsable de la actitud de Maradona, quien desde hace un tiempo habría optado por no prestar atención a las recomendaciones de Bilardo y el resto del cuerpo téxnico de la federación argentina. Mancuso -un ex volante de Vélez, Boca y de un interesante paso por el fútbol de Brasil, pero que además es el amigo y actual representante del entrenador- copó el territorio del entorno de Diego según los allegados a Bilardo, quien en las últimas semanas ha estado cumpliendo un papel de observador privilegiado del trabajo del mejor jugador argentino de todos los tiempos como seleccionador.

En el rincón de Maradona y su círculo más cercano se dice en voz baja que Bilardo ya no es el que era, que solo mira y apunta, que no habla con los jugadores… ¿Que tal vez es un estorbo?.

Las declaraciones de el Diez en el programa Gol de Medianoche de la televisión argentina, que determinaron la renuncia a la selección de Juan Román Riquelme, representaron el primer escollo realmente serio en la relación entre Bilardo y Maradona. A partir de ese momento el vínculo entre ambos se ha ido desgastando de una manera muy rápida.

Bilardo, que ha estado presente en las sesiones de entrenamiento de Argentina para los encuentros oficiales ante Venezuela y Bolivia, habría redactado una lista de puntos sobre los cuales no concuerda con Maradona, y que podría elevar a la directiva de la A.F.A. en los próximos días. Algunas de las cuestiones sobre las que el Narigón discrepa con el actual seleccionador serían las siguientes:

a) los jugadores argentinos concentraron poco tiempo (apenas dos días y medio) antes del encuentro ante la Vinotinto;

b) Maradona decidió dar la noche libre a los integrantes de la selección en las horas previas a viajar hacia Bolivia;

c) la falta de jornadas de entrenamiento a doble turno (algo casi obligatorio cuando el Doctor era el seleccionador);

d) y un cuestionamiento bastante serio al trabajo de los actuales preparadores físicos y médicos que trabajan junto a Maradona.

En la edición del pasado sábado del periódico Olé Carlos Bilardo intentó poner paños fríos a su relación con Diego Maradona. “Nos quieren dividir, no sé por qué. Desde (el partido contra) Escocia que nos quieren dividir. Están creando algo como si quisieran eso. Si estamos siempre juntos…”, dijo ayer el director técnico de la Federación Argentina. En declaraciones efectuadas hace apenas unos días a Fox Sports Radio Del Plata de Buenos Aires, Bilardo aseguró que no existe un distanciamiento con el Pibe de Oro.

Bilardo solo opina si es consultado. Maradona parece que no quiere consultarlo más… ¿Fin de la ecuación?

No quería finalizar este post sin criticar las declaraciones de dos jugadores importantes de la selección argentina: Leo Messi y Javier Zanetti. Ambos han hablado de las dificultades que existen para jugar al fútbol en una ciudad como La Paz, a 3.600 metros de altura. El del Barcelona ha dicho que es “… imposible jugar en la altura”, mientras que el capitán del Inter fue aún más agresivo con sus manifestaciones: “Lo que se juega en Bolivia no es fútbol”. Messi y Zanetti primero cometen un error al contradecir a Maradona, quien el pasado miércoles no puso ningún tipo de reparos o excusas a la brillante victoria boliviana, ni tampoco se excusó en la altitud de La Paz para explicar el flojo rendimiento de su equipo.

Ambos internacionales parecen olvidar que hay millones de personas en todo el continente americano que viven en cotas de extrema altitud -y extrema pobreza en la mayoría de los casos- que tienen en el fútbol (el que vean en directo en los estadios, el que escuchen por radio o disfruten por televisión, y el que puedan jugar en sus ciudades y pueblos) su única diversión. Jugadores de trascendencia global como Leo Messi son idolatrados en todo el continente, y también en Bolivia, donde siempre se ha tratado bien a la selección argentina cada vez que ha ido a jugar a ese país.

Messi y Zanetti olvidan que en su propio país hay miles de personas que viven en la altura -no tan extrema como la de Bolivia, Ecuador, Perú o Colombia- y que tienen en el fútbol a su mayor pasatiempo. Y si no, que les pregunten a los chicos de la puna jujeña, que tal vez podrían haberse movido con algo más de entusiasmo sobre el césped del Hernando Siles.

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