Histórico
5 abril 2009Ariel Judas

La pelota vasca

eriksson-aguirre

De un tiempo a esta parte la Federación Mexicana de Fútbol ha estado jugando a la pelota vasca. De cara al frontón que representan Televisa y Televisión Azteca -las dos cadenas más populares del país, principales patrocinadoras y suministradoras de cash de la FEMEXFUT- el presidente Justino Compeán ha hecho jugar a distintos pelotaris en la eliminatoria de la CONCACAF que hasta ahora está probando ser un auténtico fracaso para el Tri.Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.

Tras el correcto paso de Ricardo La Volpe, que llevó a México al Mundial 2006 -un campeonato en el que los norteamericanos causaron una muy buena impresión-, Compeán y Decio de María (en realidad el Consejo de Dueños de los clubes de la primera división, un colectivo que a veces da la sensación de haber sido extraído de un capítulo de The Sopranos, y que entre bambalinas tensa y relaja los hilos de la Federación) designaron como seleccionador, y por aclamación popular a Hugo Sánchez, quien había fustigado al ex portero argentino desde el inicio de su gestión al frente del equipo nacional.

De los altibajos del paso de Hugol por el banquillo de las selecciones mexicanas (no hay que olvidar el auténtico papelón que terminó siendo su intento de llevar a la Sub-23 a los Juegos Olímpicos de Beijing y de regresar a tierras aztecas con el metal dorado colgado en el cuello) hemos hablado en más de una oportunidad. Capítulo cerrado. La llegada de Sven-Göran Eriksson para reemplazar al máximo ídolo que tiene el fútbol azteca fue un auténtico golpe mediático, y un éxito de Jorge Vergara -el propietario del Chivas de Guadalajara- en su intento de poner de la manera más rápida posible a la selección en el mapa del balompié internacional.

Eriksson hizo lo que pudo -que francamente no fue mucho- con una buena selección, con elementos de calidad, aunque sobrevalorada. El sueco llegó a tierras mexicanas el 3 de Junio de 2008, y en estos diez meses fue el responsable de el Tri a lo largo de trece partidos (de los que ganó seis, perdió otra media docena, e igualó uno). Lo que quizás más haya pesado en contra de la continuidad del siempre elegante director técnico nórdico fue la nula efectividad a domicilio que tuvo su equipo en los enfrentamientos oficiales. La derrota en Columbus ante Estados Unidos por la primera fecha del Hexagonal Final de la CONCACAF, sumada a la caída de esta semana en San Pedro Sula frente a Honduras son prueba de ello.

Eriksson regresa a Europa, y casi sin solución de continuidad le reemplaza alguien que acaba de volver a su país desde el Viejo Continente: Javier Aguirre. El Vasco fue elegido por ser considerado un hombre de Selección, tanto en su época de jugador, como en el rol de entrenador, con el que Aguirre llevó al equipo de su país al Mundial de 2002. El factótum del fichaje del ex entrenador del Atlético de Madrid por parte de la FEMEXFUT fue -nuevamente- el omnipresente Jorge Vergara, ayudado por una llamada telefónica del presidente del país, Felipe Calderón.

Aguirre conoce bien el paño de la Federación. Y ha padecido antes y durante de la Copa del Mundo de Corea y Japón las intromisiones de sus dirigentes y de los emisarios de las todopoderosas televisiones. Por eso llama la atención que haya acordado tan rápidamente su regreso al redil tricolor. Se dice que antes de firmar puso por escrito sus condiciones, que fueron aceptadas casi sin protestar por los Dueños y por los representantes de la FEMEXFUT. Que las promesas se cumplan a rajatabla será algo de lo que todos seremos testigos -mediáticos- en los próximos meses.

El Vasco -al fin de cuentas, el que tiene más pinta de pelotari de todos los candidatos que tenían a mano los que mandan en la Federación- jugará una partida con el riesgo de no contar con vidas extra. La primera pantalla será la que proponga como local El Salvador, y luego vendrán las de Trinidad & Tobago en casa, Estados Unidos en el Azteca, Costa Rica en San José, Honduras en el D.F., El Salvador nuevamente -pero esta vez jugando como local-, y Trinidad & Tobago, aunque esta vez en el tropical clima de Port of Spain.

Mucho se especula sobre el movimiento de jugadores que puede implicar la llegada de Aguirre a el Tri. En mi opinión, creo que el nuevo seleccionador no tiene demasiado margen para la experimentación, por lo que espero demasiadas novedades en las próximas convocatorias. El principal problema con el que se enfrentará Javier Aguirre, más allá de las presiones lógicas de la afición y del poder mediático que circunda a una selección que moviliza una enorme cantidad de dinero como la mexicana, residirá en poner en caja tanto a la Federación como a las actitudes extemporáneas de muchas de las estrellas del equipo.

Salidas de tono como las que tuvo Nery Castillo en la previa al partido ante Costa Rica del pasado fin de semana, faltas inexcusables como las que a menudo comete Rafa Márquez cuando viste la camiseta verdiblanca, y la resistencia pertinaz que ha presentado el grupo de internacionales mexicanos a cualquier innovación táctica que Eriksson intentó intentó agregar a los valores tradicionales y distintivos del fútbol azteca.

México tiene una liga bien organizada, con dinero, con una excelente cobertura mediática. Un campeonato que ha comenzado a dar al mundo jugadores de calidad, que incluso han conseguido pegar el salto a Europa, como Andrés Guardado, Pável Pardo o Carlos Vela, solo por mencionar a tres de los internacionales mexicanos que juegan o han jugado a este lado del Atlántico.

Pero la selección, el Tri, no ha sido conducida o cuidado de la misma manera. Obligada a jugar como local en Estados Unidos cada vez que disputa un amistoso, utilizada hasta la hastío como reclamo publicitario en la cantidad más inverosímil de productor, promocionada y considerada (con buena o mala fe) por los medios de comunicación masivos del país como uno de los mejores combinados nacionales del mundo y potencia indiscutible en la CONCACAF (aunque ya hace muchos años que Estados Unidos le pasa la mano por la cada cuantas veces lo desee), la escuadra mexicana parece haber perdido el rumbo.

Desorientada tras haber sentido el pulso personalista de Sánchez y el glamour europeo de Eriksson, y ahora aguardando impaciente y esperanzada el desembarco de Aguirre. Alguien algún día tendrá que explicar a la afición de México qué lógica tiene la contratación de tres seleccionadores de características tan disímiles dentro de un mismo proceso clasificatorio a un Mundial. Alguien algún día tendrá que tomar como ejemplo modelos de construcción y consolidación de selecciones potentes que han resultado más exitosos en el continente americano, con un plan claro y a medio o largo término. Como el de Estados Unidos, como el de Ecuador, como el de Chile, como el de Paraguay.

El frontón se ha abierto tres partidos atrás, y el Tri solo ha conseguido réditos favorables en uno de ellos. Con golpes de pala contundentes Estados Unidos y Honduras le han hecho sentir a la plantilla y a la afición mexicana la aspereza del paredón de la derrota. Mirando el panorama, con su proverbial frontalidad y la picardía que jamás ha perdido en su paso por España, el Vasco Aguirre, pala en mano, va buscando ideas y esquemas para darle la vuelta a la alarmante realidad de la selección de su país.

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