Histórico
6 abril 2009Jose David López

La clementista Serbia de Antic

clemente

Alemania 2006 supuso el punto y final de la antigua ex Yugoslavia. Serbia, uno de los estados independientes desde la desmembración de los Balcanes, disputó sus últimos partidos antes de la separación de Montenegro y, pese a que políticamente ambos países ya eran soberanos, los jugadores de ambos territorios compartieron la camiseta antes de su escisión definitiva. El experimento, con la única finalidad de salvaguardar al grupo que se había clasificado para la fase final, fue caótico pues Serbia terminó por los suelos, goleada por Argentina en un ‘baño’ histórico y destronando cualquier pasado glorioso de una de las selecciones con mayor solera continental. Meses después, la federación Serbia, convulsa y obligada a empezar de cero en un proyecto renovador, buscó un técnico dispuesto a asumir la difícil ‘papeleta’ de levantar las aspiraciones de un país que había perdido muchos de sus mejores jugadores en un cúmulo de guerras y, con ellos, la ilusión del pueblo. La apuesta, tremendamente arriesgada pero necesaria, la aceptó el siempre dispuesto Javier Clemente.

El otrora seleccionador español sabía que el reto era uno de los mayores de toda su trayectoria y a pesar de no ganarse muchos adeptos desde su nombramiento (los hinchas preferían a un técnico nacional pese a que todos los sondeados no tuvieron valor para ello), empezó con buen pie. El vaso debutó en agosto de 2006 ante la República Checa en un amistoso para despedir a Pavel Nedved y, desde entonces, se vio que a Clemente no le tembló la mano que le obligaba a una crear una nueva base, un equipo desde sus cimientos y un bloque renovadísimo. Así, a Praga sólo viajaron cuatro integrantes de los que meses antes habían estado en el mundial de Alemania. Sin pudor y con las ideas claras, dejó fuera a Milosevic, Ilic o Kezman y en las dos siguientes convocatorias, siguió integrando a jóvenes llegados de la Sub 21 y a otros que aparecían como apuestas personales de futuro.

Gracias a su atrevimiento, aparecieron en escena por primera vez jugadores tan importantes en la actualidad como Krasic (CSKA), Rukavina (Borussia Dortmund), Babovic (Nantes), Ivanovic (Chelsea), Kuzmanovic (Fiorentina), Jankovic (Génova), Jovanovic (Standard) o Kacar (Hertha), todos ellos (y alguno menos imprescindible), claves en los actuales planes de Radomir Antic. Clemente, que además empezó oficialmente su aventura enfrentándose a Azerbaiyán a puerta cerrada en el ‘pequeño Maracaná’ de Belgrado, les hizo debutar, les dio sus primeros minutos como internacionales absolutos y apostó por ellos cuando ni tan siquiera los grandes analistas y entrenadores serbios confiaban en sus jóvenes para sacar adelante la situación. Un par de buenos resultados iniciales hicieron crecer las expectativas pero a domicilio la selección se vino abajo y, pese a los esfuerzos y la osadía de su técnico, el premio de acudir a la Eurocopa 2008 se esfumó.

El fútbol, cruel y dictador ante los resultados, no premió la osadía de Clemente, que fue cesado de su cargo ante su perplejidad tras numerosos rumores. El de Barakaldo jamás entendió a su Federación, que pese a la gran labor desarrollada de cara al futuro, le utilizó para superar la fase más delicada, de regeneración, polémicas y críticas. Una vez que el equipo ya estaba armado, se había consolidado y seguía produciendo nuevos talentos en sus categorías inferiores, le abrieron la puerta sin darle las gracias con las que aún hoy debían honrarle por su extraordinaria ejecución en tiempos de crisis.

Miroslav Djukic, que había dirigido a los Sub 21 con cierto éxito, fue poco menos que obligado a dejar su cargo como técnico del Partizán y la selección absoluta. Sin embargo, cinco partidos consecutivos sin vencer y una maña actuación en Pekín 2008, tumbaron un proyecto nulo que sí está sabiendo aprovechar Radomir Antic. El entrenador que logró el ‘doblete’ de 1996 con el Atlético de Madrid, siempre se ha caracterizado por ser un técnico puntual, oportunista y experto en la continuidad de proyectos ya en marcha (le ha pasado en cada equipo que ha dirigido) y pese a no haberse atrevido a coger a su país cuando la situación era extrema, esta vez no negó su interés y aceptó un cargo que ahora parece más seguro que nunca tras su buen andar pre-mundialista.

Aunque la portería no parece demasiado bien asegurada en manos del getafense Stojkovic, la defensa presenta a tres de los grandes centrales del futuro. Una realidad como Vidic (posiblemente MVP de la Premier este año), Ivanovic y el cosmopolita Subotic, que junto al experimentado Dragutinovic y el ascendente Obradovic, aseguran competitividad. Tres jóvenes como Kacar, Krasic, Kuzmanovic o Jankovic, aún con progresión por delante, acreditan los días venideros junto a otros clásicos como Stankovic, que lidera a un colectivo que aún apura sus disparos lejanos y su capacidad de llegada. Las rachas de Pantelic, algo fuera de forma últimamente, Zigic y el deseadísimo Jovanovic, completan un equipo tremendamente adolescente.

Serbia lidera el grupo clasificatoria hacia Sudáfrica 2010 y viene de ganar con brillantez en Bucarest a Rumanía (2-3), lo que refleja el potencial que está alcanzando la joven selección balcánica. A esa cita que les ha coronado como una de las revelaciones del momento, acudieron todos los jugadores anteriormente citados, aquellos a los que el vasco llevó a lo más alto y que ahora capitanean la nueva generación serbia que tendrá, si nada se tuerce, el merecido premio del Mundial. Un regalo para un pueblo pasional pero, sobre todo, un honor del que Javier Clemente siempre se sentirá orgulloso y partífice.

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