Histórico
14 abril 2009Francisco Ortí

El hijo del panadero de Botnang

klinsmann

Al sur de Alemania se encuentra un coqueto barrio de no más de 14.000 habitantes. Fue bautizado como Botnang y posee el bucólico encanto de los lugares de profunda tradición germánica. Uno de los rincones más emblemáticos de Botnang es la panadería de la calle Eltinger. Su fachada blanca no destaca por encima del resto. Tampoco su espigada techumbre le diferencia del resto. Ni siquiera su pan es mejor que el que se puede comprar en los pueblos de alrededor. Lo que hace tan especial a esta panadería es su dueño. Concretamente, el hijo del dueño. Conocido por todos como el hijo del panadero de Botnang.

Quien se esconde tras este sobrenombre es Jurgen Klinsmann, actual entrenador del Bayern de Munich y rival esta noche del Barcelona en los cuartos de final de la Liga de Campeones. El 4-0 que reflejó el marcador del Camp Nou en el partido de ida deja la eliminatoria casi sentenciada. Klinsmann lo sabe y por ello prefiere no hablar de remontada, si no de despedirse con honor y aguantando las críticas, como siempre lo ha hecho a lo largo de su exitosa carrera como icono futbolístico.

La vida del hijo del panadero de Botnang, aunque se pueda pensar lo contrario, no comenzó Botnang. Nació no muy lejos de allí, en Goppingen, el 30 de julio de 1964. Sus vecinos no aprecian diferencia entre ese pequeño Jurgen y el que actualmente ocupa el banquillo del Bayern de Munich. Sin embargo, Jurgen es la diferencia en sí misma. Lo era como jugador y ahora lo es como técnico, alejándose del típico estereotipo alemán. Tal vez ese ha sido uno de los aspectos por los que Klinsmann siempre ha sido más valorado fuera de las fronteras alemanas.

Como futbolista dio prioridad a los equipos extranjeros. Nada más despuntar con el Stuttgart, en 1989 se marchó al Inter de Milán, iniciando su periplo por distintos países de Europa. En 1992 fichó por el Mónaco y dos años después se mudó a Londres para militar en el Tottenham Hotspur. No fue hasta 1995 cuando regresó a Alemania para vestir por primera vez la camiseta del Bayern de Munich. Con los muniqueses ganó una Bundesliga y una UEFA, pero siempre sufrió el estigma de no ser considerado un jugador 100% alemán. Sus malas relaciones con la prensa alemana y sus costumbres excesivamente “europeas” como beber vino en lugar de cerveza no encajaban en un vestuario tradicional como el del Bayern de Munich. Así que su espíritu inquieto no aguantó mucho tiempo en Munich. Tan sólo dos años después de haber regresado Alemania decidió marcharse a la Sampdoria, y en 1998 puso fin a su carrera como profesional en el Tottenham.

Como queda reflejado en su currículum, su palmarés en competiciones de clubes no llega a la altura de la envergadura de un delantero letal, con un cabezazo asesino y un siempre eficiente remate a primer toque. Sin embargo, con la selección alemana tocó el cielo. Klinsmann vistió la camiseta de la Mannschaft en 108 ocasiones. Formó parte de la plantilla que se proclamó campeona del mundo en Italia 90, y capitaneó a su país a la victoria en la Eurocopa de 1996. Aún así, otros fueron designados los héroes en Alemania por encima de Klinsmann, siempre relegado a un segundo plano por su peculiar carácter.

klinsmann-bayernTras su retirada decidió mudarse a Orange County, una exquisita zona de California en Estados Unidos, junto a su esposa Debbie Chin. Allí coqueteó de nuevo con el mundo del fútbol bajo el seudónimo de Jay Göppingen -en homenaje a su pueblo natal-. Participó con el Orange County Blue Stars en ligas menores de Estados Unidos pero siempre oculto por su nuevo apodo para evitar llamar la atención. Esa residencia en Estados Unidos la mantuvo incluso después de que en 2004 asumiera el cargo de seleccionador alemán, recabando numerosas criticas por ello.

Pese a ser duramente atacado, Jurgen Klinsmann conjunto a Alemania a las semifinales del Mundial del 2006 y puso la primera piedra para la reconstrucción de una envejecida Mannschaft, que clamaba un cambio generacional. Dotó de alegría al fútbol alemán, del mismo modo que lo está intentando hacer ahora como entrenador del Bayern de Munich, aunque la intención no sienta demasiado bien a algunos ex jugadores. “El Bayern tiene una filosofía que no puede ignorarse”, reclamó el mítico ex portero Oliver Kahn.

Con su visión alejada de la estereotipada para los alemanes, Klinsmann está luchando por cambiar las tradiciones del Bayern de Munich y devolverlo a lo más alto. En la Bundesliga está teniendo problemas, y en la Champions lo normal es que diga adiós este martes, pero lo hará con honor. Al menos así lo desea el hijo del panadero.

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