Histórico
29 noviembre 2008Francisco Ortí

Héroe en el exilio

Roscoe Conkling Arbuckle abandonó su Kansas natal durante los años 30 para convertirse, bajo el apodo de Fatty, en una de las estrellas más famosas del cine mudo estadounidense, llegando a ser comparado en la época con el mismísimo Charles Chaplin.

Golpeado hasta el hartazgo durante su infancia por su etílico padre, y soportando las burlas por ser un niño prodigio en el sobrepeso, Fatty decidió escapar de sus raices en busca del sueño de un futuro mejor que acabó encontrando en el mundo del cine.

Josu Sarriegi Zumarraga ha seguido un camino similar a la de Roscoe. Tras una exitosa trayectoria en las catacumbas del fútbol vasco llegó al Athletic de Bilbao donde se convirtió en un fijo para Valverde, jugando absolutamente todos los partidos de la Liga, menos dos que se perdió por sanción.

“Sarri” era feliz en San Mamés, pero su realidad cambió con la llegada de Joaquín Caparrós en el verano. Consciente de que el técnico andaluz no contaría con él, el defensa fue valiente y decidió emigrar -como Fatty- en busca de un futuro mejor. Su destino fue Grecia, donde le esperaba el Panathinaikos, terreno poco explorado por los españoles por aquella fecha.

“No fue un paso muy meditado, pero acerté. Recomiendo esta experiencia”, presume ahora orgulloso de haber decidido cambiar “por completo” su vida. En tierras helenas, Sarriegi se ha acostumbrado a vivir lejos de los focos de otros emigrantes españoles como Cesc Fabregas o Fernando Torres, pero el pasado miércoles se convirtió en protagonista.

Su Panathinaikos visitaba al musculoso Inter de Milán de José Mourinho. Bajo una piel de cordero -o un caballo de Troya aprovechando su procedencia griega- los atenienses saltaron a San Siro con la intención de hacer un buen papel y rascar algún punto que les permitiera continuar con vida en la Champions League.

En lugar de un punto acabaron sumando tres y gracias a un gol de Sarriegi. El defensa se dejó caer por el área de Julio César en una acción a balón parado para aprovechar un rechace y anotar un histórico gol para el Panathinaikos, que roza los octavos de final, en una competición que él ni siquiera soñó con jugar algún día.

“Yo no soy un jugador de gran nivel y nunca había pensado que iba a jugar la Champions”, argumentaba al inicio de temporada. Pues este jugador de poco nivel ha sido capaz de derrumbar a un coloso como el Inter de Milán protagonizando uno de esos cuentos que nos regala de vez en cuando el mundo del fútbol.

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