Muy bien espoleados por su público, ya que la el Stade Jacques Chaban-Delmas (estadio del Burdeos) les favorecía, los hombres de Laurent Blanc arrancaron mucho más enchufados. Un par de arrancadas del recién llegado Gouffran, la presencia de Wendel y, sobre todo, un Chamack en su mejor versión y dejando todo tipo de detalles, pudieron alterar el marcador a favor de los aquitanos.
Mientras el Lyon se perdía en constantes balones largos buscando la velocidad en profundidad de Benzema, su rival buscaba el juego eléctrico, con mucha proyección por las bandas y llegadas de segunda línea. El citado Chamack, con una arrancada en la que sentó a dos defensores, pudo dar premio a los locales, pero el colegiado no señaló un claro derribo del meta Lloris sobre el marroquí en el área lionesa. Un disparo al larguero de Diarra tras salida de un saque de esquina, volvió a salvar al campeón galo.
Un par de entradas duras de un sobre-excitado Chamack (debió ser expulsado y no vio ni tarjeta amarilla) y su símil por parte de Bodmer, calmaron el ritmo pero hicieron que el partido ganara en fuerza y rivalidad justo antes del descanso.
En la reanudación, siempre sobre un ritmo mucho más sereno, las fuerzas se equilibraron. Un disparo lejano pero con mucha intención del mejor, Chamack, permitió lucirse de nuevo al meta Lloris mientras una contra de Benzema que no supo concretar con pierna izquierda, fue todo lo que ofrecieron los del Gerland.
Así, sin capacidad para mover el marcador, los penaltis decidieron que el empuje local tuviera premio. Pese a que Lloris dejó el camino recta tras atrapar los lanzamientos de Cavenaghi y Bellion, el Lyon dejó escapar una renta de dos goles de dfierencia y erró en los golpeos de Grosso y Govou. Con la moral reactivada y ya en la tanda definitiva, el primero en fallar fue el capitán lionés, un Cris que dejó el primer título supercopero para un Burdeos que se tomaba su particular venganza. Quizás este sea el primer paso para un cambio de reinado en el fútbol galo.