Despótico por calidad, totalitario por experiencia, tiránico por lucrarse a beneficio propio con su guante en la pierna derecha y hasta avasallador a la hora de decidir quien sigue su ritmo de juego y quien merece ser apartado del partido. El, reina, el resto si pueden, simplemente se colocan a su lado para salir en la foto tachados de ‘bregadores’ del artista.
Andrea Pirlo es el absolutista por excelencia en el Calcio y en Europa, algún día se le recordará por ello. Por obsequiarnos con un régimen muy estricto donde la calidad y el toque imperan sobre todas las cosas, ampliando el carácter abierto de un fútbol ‘chapado’ demasiadas veces de resultadista y dotándole a su vez de una continuidad jamás soñada.
El verdadero placer que revolucionó una idea de fútbol que merece aplauso eterno y que hoy, volvió a surgir, en un momento clave. Ancelotti lo quiere, lo mima, lo venera a conciencia, pues es su mandatario general. A domicilio le dará descanso (lo hizo en Siena con Emerson o Ambrosini) mientras en casa y en Europa, le dejará plena libertad, bendita libertad.
Pirlo la agradece día a día y hoy nos regaló un golazo de falta que engrandece su habilidad a balón parado. No contento con ello, sacó a bailar su pierna derecha para regalarle a Inzaghi el segundo y definitivo. Así, atestigua una vez más su condición de líder en la sombra, de mago sin sombrero pero con arte, mucha arte.