Tocó sufrir y al final siempre se valoran más este tipo de partidos. España que comenzó muy enchufada cometió un fallo en cadena muy pronto, un pase rebotado por nuestro mediocampo fue a parar a los pies tunecinos y tras dos o tres tarrascadas Mnari se la encontró para batir a Casillas.
Era momento de ponerse en faena, sacar la casta de la “furia” y ponerle todo corazón. Se hizo, además bien, primero asentando las bases, España se sabía y se notaba superior, no había prisas todo era tranquilidad en busca de la meta de un Boumnijel más acertado que de costumbre.
La primera mitad fue lo que se esperaba tras el varapalo, un constante intento de recuperación sin premio. Túnez ya había cumplido sus mejores y más esperanzadores pronósticos, había que defender ese marcador de ensueño con uñas y dientes. Salvo Jaziri, que se pegó una soberana paliza y Namouchi que le intentaba dar respaldo por detrás, el resto, nada menos que 8 defensores, con la única opción de salir a la contra si Trabelsi se decidía.
Con eso, Túnez aguantó lo que pudo, pero el constante agobio español tenía que hacer ceder al entramado de Lemerre.
El cambio de Villa por Joaquín nadie lo entendió, incluso pienso que en ese momento no era lo idóneo, pero claro cualquiera dice ahora que debió abandonar el césped Torres. El caso es que el bético dio justo lo que se necesitaba, un problemón más para la ya angustiada Túnez . De la derecha, nació con el de Santa María la jugada del anisado empate, Cesc disparó y el único que como siempre buscó el rechace, Raúl, se llevó recompensa. Ya lo dije con aquél gol del madridista ante Egipto en el preparatorio, nadie sabe aprovechar eso mejor que él, y nadie necesitaba tanto ese gol como el 7.
Una vez que la “veda” se abrió nos dimos cuenta que Torres se podría hinchar en cuanto le llegaron balones largos, la defensa tunecina no tuvo más remedio que abrirse y con la lentitud que reina entre ellos, el atlético hizo lo que mejor sabe. Agarró el segundo en un pase excepcional del gran Cesc Fábregas, vendita calidad la del gunner, y batió con rapidez la salida de Boumnijel. Poco después no anduvo tan listo en un mano a mano incluso más claro.
Ya sobre el final, un pase a las espaldas y botado magistralmente por Raúl a Torres significó un nuevo penalti, llevamos dos, que muy decidido lanzó el “niño”. Siempre que lo intentaba lanzar había motivo para sufrimientos porque no es su especialidad, pero hoy por suerte remachó la remontada y además se coloca como pichichi mundialista.
Hablaría de los Xavis, pero me llevaría horas eternas de su concepción de fútbol, una obra maestra como pocas. Así como Pernía, quelanzó varios de sus misiles con mucho peligro.
No debemos tener miedo al posible rival en octavos, porque tanto Corea como Suiza son superables. Los helvéticos se han encontrado hoy a una débil Togo, a la que no se le puede pedir más, pero que con las ideas claras en ataque donde Adebayor y Mohamed Kader han superado a Senderos y Mueller en varias ocasiones. Además los africanos se han vuelto a encontrar con un árbitro no apto a sus intereses que se tragó al menos uno de dos penaltis claros, otra vez un colegiado más que polémico y de nuevo en contra de los africanos.
Francia, que ahora mismo se prevé como nuestro rival en octavos, no está bien ya le hemos visto, pero claramente preferiría que nos tocara un equipo por hacer, y Suiza es ese modelo de equipo. Francia pese a que esté mal siempre es un rival duro y con caché en un Mundial, algo que nosotros aún estamos cuajando, aunque por el buen camino.
Y sino es por el bueno debe ser por uno cercano, porque la Ucrania que el otro día a algunos le parecía tan mala, hoy se dio un festín y con sólo eso se asegura prácticamente una plaza en octavos. Se la jugará con Túnez si, pero un simple empate les vale a los de Blokhin. Sheva estuvo tremendo anotando un tanto y sirviendo de “alma” de los suyos. Rebrov, mucho más retrasado que de antaño hizo su golito y regaló una gran actuación. Pero Arabia, está a otro nivel. Supongo que Luís alineará un once con numerosos cambios ante los de Paquetá, que ya sólo les queda vencernos para aspirar a algo.
